Creo que en ese espacio inubicable, tanto como el alma humana, habitan los miles de miradas que admiran su paso atronador en la pista y las que lo observan casi reverencialmente en el silencio del box, o el taller. Las de entendidos y neófitos, las de mujeres que los celan, aman y temen, a veces al mismo tiempo. Las de los niños que sueñan con subirse y las de los padres que sueñan a la par de sus niños, pues lo autos de carrera permiten olvidar la adultez en su presencia.
Habitan las caricias de las manos que deslizan su toque admirado por la carrocería y las de las otras manos, tal vez más toscas, igual de cariñosas pero más sabias y precisas, que arman y desarman las intimidades menos vistosas y más vitales, en el interior de la máquina. Las que aplauden y gesticulan, las manos que cuidan su aspecto.
Habitan las voces, gritos que alientan al borde de la pista y susurros que ruegan que aguante o agradecen el esfuerzo, antes, durante y después de la carrera. Habitan, también, claro, los lamentos y las puteadas, cuando las cosas no salen bien.
Habitan los sentimientos de quienes los rodean, alegrías y sinsabores, cansancio y sueño perdido. Y las emociones y tensiones de la gente, la familia, los amigos, los mecánicos y el piloto, efímero rey en aquel reducido universo fragoroso de fierros, calor y ruidos que es un auto de carreras cuando su alma se libera.
LUIS RAUL MAZZOCCHI
vamos Luis !!!! Que problem as con el embraje ,no vas a tener ! Jaja
ResponderEliminarGracias, Guille!!!! Vieron que es bueno???? No como Alberto!!!!!
ResponderEliminarluis es tal cual se siente,son las palabras palabras justa para poder expresar esta pacion que tenemos y como sentimos el auto en todo momento y cuando nos quedamos solos en el taller también le ablamos
ResponderEliminarSi hasta yo le hablo... (Será sordo el verde mío???)
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